
Queridos Reyes Magos,
Este año he sido muy bueno y por esa razón; me atrevo a pedir algo muy especial para mi, aplicable también a todos los perros del mundo que -al igual que yo- han sido abandonados por sus familia. Solo deseo una familia que me quiera. ¿Tan difícil es? Parece que sí. ?
Muchas personas no son capaces de tomar conciencia sobre este problema que, desgraciadamente no desciende puesto que la gente no escucha mis gritos. Unos llantos desesperados que lanzo desde las instalaciones de la asociación en la que vivo a la espera de que ocurra un milagro. ¡Deseo que alguien se enamore de mi, me acoja en su regazo y me lleve a su casa por y para siempre. Nada más! ?
He perdido la cuenta de los días que llevo aquí. He tratado, por todos los medios, de olvidar el traumático día en que mi amada familia dejó tirado en la carretera porque les suponía un problema. Fui un mero regalo de Navidad que compraron sin responsabilidad alguna y sin valorar lo que suponía compartir la vida con alguien como yo.
Ellos nunca supieron lo que significa compartir su vida con un perro. Ellos jamás se dieron cuenta de que un peludo como yo cambiaría su vida (ítem válido para ser adoptado un día de Reyes como hoy). Ellos actuaron desbordados por la situación (o eso quiero pensar) y me abandonaron sin mirar atrás. ¡Qué triste! ¿Verdad?
No les guardo rencor alguno puesto que durante unos meses fueron el centro de mi vida y el motor de mi existencia -y sé que yo fui el suyo-. Pero hoy me confieso ante vosotros, mis queridos Majestades, me rompieron el corazón en mil pedazos puesto que siempre vi desde la barrera el grave problema del abandono animal y jamás pensé que me ocurriría a mi. ¡Qué equivocado estuve!